Hacia los siglos IV - III a.n.e. el número de reinos se ha reducido a siete y la lucha entre ellos se agudiza. Esta lucha finaliza con el triunfo de los Qin del cual su gobernante, Cheng, se proclama emperador y se autodenomina Shi Huangdi, primer emperador. Centraliza el gobierno alrededor de su persona y se auxilia de los funcionarios principales, uno civil y otro militar. Elimina todo tipo de distribución de tierras a sus parientes; suprime los antiguos títulos nobiliarios y crea otros que no posee carácter hereditario. Emprende varias obras y entre ellas se encarga de dar unidad a las partes independientes ya construidas de la Gran Muralla china.
En lo relativo a la divinización, sin sin convertirse en un dios, es el "hijo del cielo", su esencia es distinta de la de sus súbditos. Esta concepción se refleja en la magnífica tumba que se manda a construir en vida creca de Beijing. La tradición legalista conduce a Huangdi a quemar todos los libros de las demás corrientes filosóficas y ético - morales.
A la situación de descontento por el peso de los impuestos y las prestaciones personales, se une el malestar de la antigua nobleza de los otros reinos sometidos por él y aprovechan la muerte de este para contraatacar.